El otro día leímos “la historia de un armario” y a partir de ahí tuvimos que reflexionar sobre ella.
Cuando saque este texto por internet me esperaba cualquier cosa menos que el armario fuera una escuela, la escuela que hace millones de años se construyó por “los sabios” como el texto los llama, esa escuela que por algunos fue criticada pero que aun así perduro en el tiempo.
Como describe el texto se quería mejorar la escuela y se fueron inventando materiales imprescindibles en ella y que hoy vemos normales como; el pupitre, el lápiz, las sillas…
Pero la gran preocupación de los sabios era que los alumnos bostezaran, asique decidieron crear una mano amiga para los niños pero aun así seguían bostezando.
¿Qué podrían hacer para conseguir una escuela perfecta?
Creo que cualquiera nos podríamos plantear esa pregunta; un niño, te respondería que una escuela perfecta seria aquella en la que se pudiera jugar; un adolescente, diría que una escuela perfecta seria aquella que no tuviera exámenes; un padre, pensaría que la escuela perfecta es aquella en la que sus hijos estén controlados; y un anciano, por ejemplo, diría que es aquella en la que hay mano dura…
Con esto quiero decir que es muy difícil encontrar la escuela perfecta, que en la sociedad en la que vivimos es complicado saber que profesor será el adecuado, que método debemos seguir…
Es cierto que los niños se aburren en la escuela, pero ni siempre, hay momentos en los que se divierten, y asignaturas que les encantan como la plástica o la informática, incluso las matemáticas a algunos.
Bajo mi punto de vista creo que lo importante es conseguir que el niño se sienta bien, pero sin hacer siempre lo que ellos quieran, creo que se quiere lo que no tiene en mi caso no me gustaba nada ir al colegio y ahora daría lo que fuera por pasar un día, allí con mis compañeros de clase.
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