En un pequeño pueblo conquense había una mujer que contaba antiguas leyendas a los jóvenes del pueblo. Después de oírla, muchos de los chicos no se lo creían y otros investigaban sobre ellos.
Os voy a relatar una de las historias que aquella señora contaba: Todo empezó una media noche en el escalón de una puerta, una pandilla de amigos estaba allí sentados, escuchando a la buena mujer.
Contaba que si dejaban una grabadora en la tapia del cementerio, y al día siguiente ibas a recogerlo, se oían conversaciones de los muertos; como habían vivido y como estaban viviendo…
Después de darle vueltas a la historia, algunos de los chicos dijeron que ellos no se lo creían y que además les daba mal presentimiento, otros de ellos empezaron a chulearse a decir que no pasaba nada y que eran unas nenazas, asique al final la mayoría accedieron. Una vez llegaron allí surgió un problema, quien subía a la tapia a poner la grabadora porque nada más asomarse un poco ya veían el cementerio por dentro y a todos les daba miedo.
Los chicos empezaron a oír ruidos extraños, cada vez más cercanos cuando vieron que las voces estaban cada vez más cerca empezaron a correr hacia el pueblo, ya que el cementerio estaba en las afueras.
Cuando llegaron al pueblo se juntaron con los otros amigos que no querían bajar, le contaron lo sucedido y los amigos se empezaron a reír de ellos.
Al bajar a por la grabadora al mañana siguiente, esta no tenía pilas uno de los chicos se llevó la cinta a su casa, y entre risas la pusieron cuando de repente escucharon las voces.
¿Cómo había sido capaz de grabarse la cinta entera?
¿Quién habría quitado las pilas?
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